PROPAGANDA ENEMIGA
(Ultimo cuento del libro "Cuentos de la prision mas grande del mundo")


—¿Por qué lo hiciste? —preguntó desesperado.

—Me echaron un montón de años por decir la verdad. ¿Para qué quiere uno lengua donde no se puede hablar?

J.J. Pérez, lo conoció en el hospitalito de la prisión, en las sesiones de fisioterapia. Era pequeño de estatura, de ojos grandes y saltones, de pelo amarillo y encaracolado. Supo enseguida que se llamaba Carlos Rafael Martín Calderín, que llevaba seis años de encierro y que estaba cumpliendo otra sanción de seis años más por el delito de Propaganda enemiga.

—Nuestra prisión es injusta —le dijo—. En ningún país democrático la opinión cuesta la cárcel.

Carlos Rafael Martín Calderín movió la cabeza simplemente. Su rostro reflejó la angustia que le producían tales palabras. «Malditos comunistas» —pensó.

Era de poco explicar, pero de un temperamento agresivo.

—¡Es un abuso de estos hijeputas! —dijo.

Su rostro no sólo reflejaba angustia. Era una mezcla de impotencia y asfixia acentuada por las calamidades de una prisión multiplicada: hambre, insalubridad, encierro y precarias condiciones de vida. Más que un abuso era todo, mucho más que un cinismo, insoportable, intolerable, inadmisible, atorrante, asfixiante.

—Por eso me inyecté el brazo —agregó con rabia y cierto aire triunfal.

—Pero por poco te cuesta la vida.

—¡Es mi protesta...!

—Otros han muerto, porque no le amputaron a tiempo... ¡Tuviste suerte!

Carlos Rafael Martín Calderín chasqueó la lengua y arrugó la frente. Quizás se daba cuenta de la ....

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